
Dentro de estas alternativas, una de las que más ha llamado mi atención últimamente es el llamado tratamiento de las vendas frías.
Como su nombre lo indica, el procedimiento consiste en envolver las zonas a tratar (abdomen, piernas y brazos) con una venda impregnada de un líquido, a su vez, compuesto de algas marinas, mentol y otras sustancias que ocasionan un descenso de temperatura en el organismo. Así es posible acelerar el metabolismo y hacer que se consuman más calorías para que la grasa pueda diluirse con mayor rapidez.
A partir de este efecto también se produce una rápida eliminación de toxinas, eliminando gradualmente la celulitis y estrías. También se tonifican los tejidos, por lo cual la piel se sienta más tersa y elástica. Así mismo, hay una mejora notable en la circulación de la sangre y las funciones intestinales; se desinflaman los músculos (ya no se experimenta tensión ni dolor) y el sistema nervioso logra equilibrarse.
Sea en casa o en un spa (aunque lo mejor es que sea llevado a cabo por un especialista), el tratamiento requiere de dos a tres sesiones semanales de veinte minutos durante un mes para empezar a ver los resultados. Algunos aseguran que en ese tiempo se puede disminuir hasta dos tallas. Habrá que ver para creer, pero de todas manera provoca somerternos a una de sus relajantes sesiones.
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